El sexo no debe quedar en sexo; ésa es la enseñanza del tantra. Debe ser transformado en amor. Y el amor no debe quedar en amor. Debe ser transformado en luz, en experiencia meditativa, en la última, la suprema cima mística. ¿Cómo transformar el amor? Sé el acto y olvídate del actor. Mientras estés amando, sé amor: simplemente amor. Entonces no es tu amor o mi amor o el amor de alguna otra persona; es simplemente amor. Cuando tú no estás, cuando estás en manos de la fuente o la corriente suprema, cuando estás enamorado, no eres tú quien está enamorado. Cuando el amor te ha absorbido, tú has desaparecido; te has convertido en una energía que fluye.
D. H. Lawrence, una de las mentes más creativas de estos tiempos, era, a sabiendas o sin saberlo, un adepto del tantra. Fue condenado completamente en Occidente, sus libros fueron prohibidos. Hubo muchos casos en los tribunales sólo porque había dicho: «La energía del sexo es la única energía, y si la condenas y la reprimes vas en contra del universo. Entonces nunca serás capaz de conocer el florecimiento más elevado de esta energía. Y cuando es reprimida se vuelve fea: éste es el círculo vicioso.»
Los sacerdotes, los moralistas, las denominadas personas religiosas -los Papas, los shankaracharyas y otros- siguen condenando el sexo. Dicen que es una cosa fea. Y cuando lo reprimes, se vuelve feo. Así que dicen: «¡Mira! Lo que decíamos es verdad. Tú lo demuestras. ¡Mira! Lo que estás haciendo es feo y tú sabes que es feo.»
Pero no es el sexo lo que es feo; son estos sacerdotes los que lo han hecho feo. Una vez que lo han hecho feo, se demuestra que tienen razón. Y cuando se demuestra que tienen razón, tú sigues haciéndolo más y más feo.
El sexo es una energía inocente: la vida que fluye en ti, la existencia que está viva en ti. ¡No lo malogres! Deja que ascienda a las alturas. Es decir, el sexo debe convertirse en amor. ¿Cuál es la diferencia? Cuando tu mente es sexual, estás explotando al otro; el otro es sólo un instrumento para usar y tirar. Cuando el sexo se vuelve amor, el otro no es un instrumento, el otro no tiene que ser explotado; el otro no es realmente el otro. Cuando amas, no es algo egocéntrico. Más bien, el otro se vuelve significativo, único.
No es que lo estés explotando, ino! Por el contrario, ambos estáis unidos en una profunda experiencia. Sois compañeros de una profunda experiencia, no el explotador y el explotado. Os estáis ayudando el uno al otro a entrar en un mundo diferente de amor. El sexo es explotación. El amor es entrar juntos en un mundo diferente.
Si esta entrada no es momentánea y si esta entrada se vuelve meditativa -es decir, si te puedes olvidar completamente de ti mismo, y el amante y el amado desaparecen, y sólo hay amor que fluye-, entonces, dice Shiva, la vida eterna es tuya.
D. H. Lawrence, una de las mentes más creativas de estos tiempos, era, a sabiendas o sin saberlo, un adepto del tantra. Fue condenado completamente en Occidente, sus libros fueron prohibidos. Hubo muchos casos en los tribunales sólo porque había dicho: «La energía del sexo es la única energía, y si la condenas y la reprimes vas en contra del universo. Entonces nunca serás capaz de conocer el florecimiento más elevado de esta energía. Y cuando es reprimida se vuelve fea: éste es el círculo vicioso.»
Los sacerdotes, los moralistas, las denominadas personas religiosas -los Papas, los shankaracharyas y otros- siguen condenando el sexo. Dicen que es una cosa fea. Y cuando lo reprimes, se vuelve feo. Así que dicen: «¡Mira! Lo que decíamos es verdad. Tú lo demuestras. ¡Mira! Lo que estás haciendo es feo y tú sabes que es feo.»
Pero no es el sexo lo que es feo; son estos sacerdotes los que lo han hecho feo. Una vez que lo han hecho feo, se demuestra que tienen razón. Y cuando se demuestra que tienen razón, tú sigues haciéndolo más y más feo.
El sexo es una energía inocente: la vida que fluye en ti, la existencia que está viva en ti. ¡No lo malogres! Deja que ascienda a las alturas. Es decir, el sexo debe convertirse en amor. ¿Cuál es la diferencia? Cuando tu mente es sexual, estás explotando al otro; el otro es sólo un instrumento para usar y tirar. Cuando el sexo se vuelve amor, el otro no es un instrumento, el otro no tiene que ser explotado; el otro no es realmente el otro. Cuando amas, no es algo egocéntrico. Más bien, el otro se vuelve significativo, único.
No es que lo estés explotando, ino! Por el contrario, ambos estáis unidos en una profunda experiencia. Sois compañeros de una profunda experiencia, no el explotador y el explotado. Os estáis ayudando el uno al otro a entrar en un mundo diferente de amor. El sexo es explotación. El amor es entrar juntos en un mundo diferente.
Si esta entrada no es momentánea y si esta entrada se vuelve meditativa -es decir, si te puedes olvidar completamente de ti mismo, y el amante y el amado desaparecen, y sólo hay amor que fluye-, entonces, dice Shiva, la vida eterna es tuya.
OSHO EL LIBRO DE LOS SECRETOS I
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